En cuanto al tema del amor, en el que la mujer juega un papel principal, podemos decir que Juan Meléndez opta por una poesía galante, el amor se manifiesta además de todas las formas posibles.
Esto lo podemos ver sobre todo en sus odas anacreónticas como ocurre en El abanico (oda XLII). Algunos de estos versos son:
¡Con qué indecible gracia,
tan varia como fácil, el voluble abanico, Dorila, llevar sabes!
¡Con qué movimientos
has logrado apropiarle
a los juegos que enseña de embelesar el arte!
Esta invención sencilla
para agitar el aire
da, abriéndose, a tu mano
bellísima el realce
Si rápido lo mueves,
con los golpes que bates
parece que tu seno relevas palpitante;
Como podemos observar, Dorila es la musa que inspira este poema. Es joven y hermosa. Aunque cabe decir que no es esta la única a la que el poeta dedica sus versos, ya que en otras composiciones aparecen nombres como Belisa, Isabela...
La mujer aquí cobra un papel principal. A través de la descripción que hace el autor, divisamos la actitud transgresora de esta, mostrándola a través de sus gestos. Es la actitud de una joven despreocupada, conquistadora. Hay insinuación por parte de la mujer. Vemos cómo es ella la que lleva las riendas en el juego del amor, algo poco habitual en la época, donde lo más común era la sumisión al hombre.
Nicasio Álvarez de Cienfuegos
Nació en Madrid el 14 de diciembre de 1764. Estudió en Salamanca, donde contrajo amistad con Juan Meléndez Valdés, siendo este el que lo inicia en el mundo de la poesía, y convirtiéndose en una gran influencia en sus primeros poemas.
He aquí un fragmento del poema El amante al partir su amada:
¡Ay! ¡ay, que parte! ¡que la pierdo! abierta
del coche triste la funesta puerta
la llama a su prisión. Laura adorada,
Laura, mi Laura ¿qué de mí olvidada
entras donde esos bárbaros crueles
lejos te llevan de mi lado amante?
Hemos seleccionado este poema debido a que aparecen los amantes, concretamente, la mujer amante.
Aparece un yo en conflicto, desesperado por la partida de la amada. De nuevo observamos aquí la actitud rompedora de la mujer, que traspasa los límites del matrimonio, encontrándose con su amado. Podría representar una vía de escape ante un matrimonio infeliz, regido por los convencionalismos de la época. Es además en este siglo, cuando aparecen numerosos amantes, incluso hijos ilegítimos. El recurrir a vías extramatrimoniales no era igual de bien visto en mujeres que en hombres, como era de esperar. El encuentro entre amantes, representaba todo lo contrario al matrimonio: libertad. Aunque parece que el papel de la mujer va adquiriendo una mayor autonomía, esta sigue siendo dentro del matrimonio, inferior al hombre.
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