sábado, 6 de septiembre de 2014

Desenlace de Don Juan Tenorio

José Zorrilla consigue con Don Juan Tenorio (1844) popularizar definitivamente el mito de don Juan creado a partir de la obra de Tirso de Molina El burlador de Sevilla y convidado de piedra (1630). Se introduce el motivo de la salvación del protagonista por amor, dota a la acción de gran dinamismo, y sobre todo, emplea una versificación muy rítmica y fácil de memorizar. La obra, es además, un excelente ejemplo de las características del drama romántico.

El argumento de la obra parte de la leyenda de Don Juan, personaje que representa el libertinismo y el satanismo, el cual fue introducido en Europa con la obra de Tirso de Molina. En este caso pero, el protagonista no tiene ese carácter de enfrentamiento entre el ser humano y Dios sino que representa un pecador libertino y fanfarrón al que el amor puede redimir consiguiendo que en el último extremo haga un acto de contrición, se arrepienta de sus pecados y alcance la vida eterna.

En el drama se mezclan la imaginación y las creencias religiosas. Hay una clara diferenciación entre los dos primeros actos y el último. Zorrilla va escalonando escenas que muestran el perfil irrespetuoso del personaje -se dan homicidios y crímenes, seducciones, jactancias de la vida, injurias al Comendador y a su propio padre, rapto de una novicia, muerte del Comendador sólo porque no hieran su honor y cuando muere es por una cuestión de honor con un hombre que le ha insultado, el capitán Centella- para volver en la segunda parte a otra historia, años adelante, en que su falta de arrepentimiento le lleva a injuriar a los muertos y hacer el convite a la estatua del Comendador. La estatua y el cadáver se funden en un solo personaje que tratará de arrastrar a Don Juan a la condenación eterna.

Doña Inés también ha hecho una apuesta, pero con Dios: si logra el arrepentimiento del joven, los dos se salvarán pero, si no lo consigue, se condenarán eternamente. Ante la tumba de Don Gonzalo, Don Juan invita al comendador a cenar y éste lo invita a su vez a compartir la mesa de piedra con él en el panteón. Cuando el espíritu del Comendador está a punto llevarse a Don Juan al infierno, Doña Inés interviene y le ruega que se arrepienta. La joven gana la apuesta y los dos suben al cielo rodeados de cantos e imágenes celestiales.


La interpretación del final de la obra de Don Juan Tenorio sigue siendo muy contradictoria. Podemos observar como a lo largo de la obra el amor que don Juan manifiesta por doña Inés evoluciona de ser una atracción física a raíz de una apuesta, para terminar en un amor divino y verdadero. Aunque en todo momento demuestra ser un incrédulo y una persona desafiante, al final se ve aterrorizado por la ira de don Gonzalo.

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