La
vida y obra de José de Espronceda le hacen uno de los representantes más
destacados del Romanticismo liberal. Destacó especialmente por su obra poética.
Sus composiciones adquieren a menudo un carácter social y político que expresa
la queja profunda y dolorida por la desigualdad y la injusticia.
En El estudiante de Salamanca nos
encontramos ante un poema narrativo que se presenta en forma de leyenda: el
autor finge haber oído la historia que cuenta a través de sus versos: como me lo contaron te lo cuento. Muchos
de los motivos de la obra tienen un origen anterior en la tradición española
(el burlador, el encuentro sobrenatural, la danza macabra, etc.). Sin embargo,
a diferencia de lo que ocurre en El
estudiante de Salamanca, estos elementos se enmarcaban en una perspectiva
cristiana que trasmitía la necesidad de arrepentimiento en el hombre que no se
somete a la ley divina.
El
tiempo de la obra es simbólico; la medianoche en la que comienzan los hechos
narrados colabora a la creación del misterio romántico que adelanta el contacto
con el Más Allá. El poema termina al alba, con una ambientación serena.
La
presencia de elementos simbólicos en el poema manifiesta que detrás de la
historia de Félix y Elvira, Espronceda ha creado un entramado conceptual más
profundo.
Félix,
en su ansia de perseguir una sombra, entrega su propia vida, arrebatado por la
pasión de descubrir la identidad de la misteriosa figura femenina. Desde esta
perspectiva, Montemar es el prototipo del hombre romántico que lleva sus deseos
de desentrañar los enigmas de la vida hasta las últimas consecuencias, y cuya
libertad no admite límites. El personaje
representa la rebeldía humana en su grado máximo, una rebeldía que se enfrenta
incluso a Dios. La obra manifiesta, por tanto,
un Romanticismo radical que se asemeja a los planteamientos de Larra. Al igual
que en el cuento La peña de los
enamorados cuyo tema es el sentimiento frustrado, así como la muerte, y
todo ello por el amor. La muerte se verá como salvación, sin dolor y sin
angustia. Claramente es una bella
muestra del ideal romántico. Una chica que se enamora de un hombre rebelde, al
igual que don Félix y a los que les depara un trágico destino. Este cuento es
una clara demostración de cómo el movimiento romántico usaba la muerte como vía
libertaria en el caso de que nada sea posible.
Por
su parte, Elvira representa el desengaño romántico ante una vida que se queda
por debajo de sus deseos. Sucumbe ante el amor sensual en busca de una
aspiración ideal que no se cumple. En este personaje, el autor expresa el
sentimiento de melancolía y de insatisfacción propios de su tiempo. Elvira
encarna, por lo tanto, la soledad consecuente de la desilusión.
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